Premio Periodismo de Excelencia

Daniel Matamala:

“No podría escribir una columna y sentirme ofendido porque alguien esté en desacuerdo”

Los domingos son especialmente agitados para el periodista. Apenas publica su columna de opinión en el diario La Tercera, se convierte en trending topic en las redes sociales. Llegando la noche, además, conduce el noticiero central de CHV Noticias. Daniel Matamala cuenta en esta entrevista cómo enfrenta a sus detractores en Twitter,  comparte su método para contrarrestar al poder en entrevistas que dejan coletazos, y su receta para compatibilizar el género de la opinión con el reporteo más duro.

Por Sofía Concha Urrea

Es de esos periodistas agudos y reflexivos que calan profundamente en las audiencias y que dan la sensación de que viven en los medios de comunicación. Daniel Matamala (44) es conductor del noticiero de Chilevisión, escribe cada domingo una columna de opinión en La Tercera y hasta hace muy poco opinaba y entrevistaba a políticos de alto calibre como panelista del programa que analiza la contingencia en CNN Chile, Tolerancia Cero. 

En las redes sociales también es posible encontrarlo porque las utiliza a menudo para interpelar a políticos o promover sus columnas. Sólo en Twitter cuenta con 1,5 millones de seguidores, entre los cuales están los que esperan con ansias saber lo que opina del tema que marcó la semana y también sus detractores. 

En los PPE, su trabajo ha destacado en las distintas áreas en las que se ha desempeñado. En el PPE Escrito, por sus columnas; en el PPE Audiovisual, por sus entrevistas y reportajes.

Entre 2011 y 2021 ha sido seis veces finalistas y ganador en cuatro oportunidades de las categorías en que competía con trabajos como el de la muerte de Camilo Catrillanca, además de realizar una importante crítica a la concentración de poder que poseen las AFPs. Asimismo, entrevistó con lucidez al ex gerente general de BanChile, Francisco Armanet, quien entregó confesiones inéditas sobre la compra de acciones que hizo Sebastián Piñera a la aerolínea LAN en 2006 y que le significó una millonaria multa por uso de información privilegiada. En cuanto al galardón más reciente, lo recibió por su conversación con el entonces fiscal nacional, Jorge Abbott, en la que reveló datos inéditos sobre los casos de financiamiento ilegal en la política, además de referirse a las polémicas reuniones secretas que sostuvo con senadores cuando se postulaba al cargo.

A pesar de que a Matamala se le acusa en ocasiones de ser “ideologizado”, para él, sus escritos no responden a tintes políticos, sino al deber de entregarle al lector todos los antecedentes de un hecho para que sea éste quien los interprete. “Lo que procuro es presentarlos de una manera en que hagan que el lector diga: ‘no lo había pensado de esta forma’”, cuenta desde la oficina de editores de CHV Noticias y a minutos de salir al aire.

“No soy partidario del combate al negacionismo desde la perspectiva de la censura o de la censura previa a ciertos discursos, me parece que tenemos que enfrentarlo desde las armas del periodismo que tienen que ver con el profesionalismo, con la verdad. Algunos consideran que hay ciertas personas a las que no se les puede entrevistar, pero yo creo que el tema es cómo se les entrevista”. 

—En 2013 y junto Mónica Rincón, realizó una entrevista para CNN al ex director de la DINA, Manuel “Mamo” Contreras, la cual fue finalista del PPE. ¿Cómo recuerda ese encuentro?

—Fue una entrevista difícil, bien tensa. En primer lugar, porque no tuvimos tiempo para prepararla, apareció muy de improviso. Yo estaba en unas reuniones y de repente me llaman para ir al Penal Cordillera (donde Contreras estaba preso). Con Mónica (Rincón) nos juntamos ahí y tuvimos apenas un rato para ponernos de acuerdo en qué hacer. Lo que más nos importaba era no dejar pasar ninguna mentira, porque conocíamos el personaje, sabíamos que utilizaba las entrevistas para generar operaciones o para dejar instalados hechos falsos como si fueran verdaderos. Periodísticamente, sabíamos que teníamos un deber con el país y con los familiares de las víctimas. La entrevista salió sin ninguna edición, se fue inmediatamente al aire y, en ella, Contreras intentó dejar en claro que era él el dueño del territorio. Cuando lo empezamos a confrontar, perdió un poco el control y cometió errores. Por ejemplo, dijo que él no estaba preso y nosotros le decíamos: “pero si está preso, hay un gendarme al lado suyo que lo está custodiando”.  “No, si ése está para que me lleve el bastón”, retrucaba él.

—¿De qué forma se le hace frente al negacionismo?

—No soy partidario del combate al negacionismo desde la perspectiva de la censura o de la censura previa a ciertos discursos. Me parece que tenemos que enfrentarlo desde las armas del periodismo que tienen que ver con el profesionalismo, con la verdad. Algunos consideran que hay ciertas personas a las que no se les puede entrevistar, pero yo creo que el tema es cómo se les entrevista. Si las vas a entrevistar sencillamente para darles el espacio para que digan lo que quieran, es un error, pero si las vas a entrevistar para confrontarlos con hechos y usas las herramientas periodísticas que tenemos para desarmar esos discursos, es muy distinto.

—Esta entrevista contribuyó al cierre del Penal Cordillera.

—La soberbia que Contreras mostró generó efectos que creo que fueron importantes. En ese entonces, el presidente Sebastián Piñera anunció el cierre del Penal Cordillera a raíz de esa entrevista. A partir de ese momento, Contreras y los demás violadores de derechos humanos pasaron a Punta Peuco, donde tuvieron un régimen carcelario algo más normal que el que tenían en Cordillera, donde tenían muchos más privilegios. En ese sentido, creo que fue algo bueno para el país.

—En 2021 entrevistó al ahora ex fiscal nacional, Jorge Abbott, quien atravesaba una crisis de credibilidad por su paso en el Ministerio Público. ¿Cree que ese trabajo puso sobre la mesa aspectos que contribuyeron a generar una visión negativa de su gestión?

—Creo que la crisis ya estaba instalada desde antes. Evidentemente, esto dio más elementos para dar cuenta de la crisis de la Fiscalía, pero eso venía del momento en que hubo presiones políticas que impidieron a los fiscales investigar los casos de corrupción empresariales. También proviene del acuerdo político transversal que existió para instalar a Abbott en la Fiscalía Nacional, y eso es lo que produce la crisis, lo demás son esquirlas.

—Esta entrevista se efectuó en el contexto del caso SQM y ganó la categoría de entrevista en el PPE Audiovisual.

—La idea de esa entrevista era insertarla en un reportaje sobre el caso SQM. Queríamos mostrar lo que realmente había ocurrido allí. Yo tenía algunos antecedentes que había podido reportear previamente. Estos tenían relación con que Abbott tuvo reuniones con personas que estaban bajo la lupa del Ministerio Público, senadores que tienen que votar por él. Me pareció importante aprovechar la entrevista para confrontarlo con esos datos.

—El fiscal nacional es una figura que se protege harto de los medios. ¿Cómo gestionaron esa entrevista?

—Le dijimos que estábamos trabajando en un reportaje por el caso SQM, por lo que accedió a hablar. Me dio la impresión de que él quería dar su punto de vista acerca de lo que yo había dicho sobre él en algún momento, entonces nos recibió de inmediato. Empezó a hacer varios puntos, que yo lo había tratado de una forma que no era justa y obviamente le di el espacio para que lo aclarara.

—¿Qué cosas de las que usted dijo fueron injustas?

—Abbot expuso que era injusto decir que él no había colaborado para esclarecer el caso SQM, y que yo había presentado antecedentes sobre cosas que él había dicho públicamente. Me parece que él consideró que la entrevista era una oportunidad para dar a conocer su punto de vista.

—Ha realizado muchas entrevistas golpeadoras durante su carrera. ¿Cómo se prepara?

—Creo que hay dos claves en este tipo de entrevistas que son importantes. La primera es estar muy preparado: conocer bien los casos y haber estudiado al personaje para saber cuál es el tipo de respuestas que da. Tener claro o tratar de anticipar qué cosas puede decir, y ojalá tener las citas textuales que haya dicho previamente, te sirven para poder contrarrestar. Al mismo tiempo, creo que uno no tiene que enamorarse de esa entrevista que preparó previamente porque eso también puede ser un error. A veces tratas de hacerla al pie de la letra y eso, en general, es una muy mala idea porque la entrevista tiene que ver con lo que el entrevistado te dice en el momento y, evidentemente, si te dice algo inesperado o más noticioso de lo que tú habías planificado, tienes que inmediatamente botar el plan previo al tacho de la basura e irte por ahí. Entonces, diría que es el equilibrio entre estar muy bien preparado, pero también dejarse sorprender. Cuando se combinan esas dos cosas puede haber un buen trabajo.

—¿Y qué elementos cree que tenía la entrevista con Abbott que le permitieron ganar el PPE?

—No sé si merecía ser la ganadora porque habían muy buenas entrevistas ese año (2021). Imagino que lo interesante de ésta es que se dieron a conocer elementos nuevos sobre las rutas que Abbott había tenido con senadores de ese momento. Pero además, la forma en que se produce eso es llamativa, porque no es sencillamente un reportaje, sino que es un diálogo donde le empiezo a presentar antecedentes y él, de alguna manera, responde tratando de decir lo menos posible. Entonces, me parece un momento periodístico interesante, no solamente por la información que se entrega, sino también por el interés dramático que provoca en el espectador.

“Creo que mi aporte al género de la opinión viene de mi formación y de mis conocimientos periodísticos. Desde allí puedo reportear, juntar distintos hechos y darles un sentido. En otras palabras, no es que yo amanezca un día con una idea brillante y diga: ‘ah, tengo que decir esto’, porque no creo que eso sea tan interesante como es poner antecedentes sobre la mesa”.

—Pasando a sus columnas de opinión y en relación al trabajo “El Liceo y el retén”, el cual relata cómo un colegio fue reemplazado por un retén para Carabineros tras la muerte de Camilo Catrillanca, llama la atención que nunca entregue una conclusión, sino que se presenten los antecedentes para que sea el lector quien se forme su propia visión. ¿Eso es lo que intenta lograr comúnmente en sus columnas?

—Sí, es una buena observación. Cada columna es distinta pero, en general, creo que mi aporte al género de opinión viene de mi formación y de mis conocimientos periodísticos. Desde allí puedo reportear, juntar distintos hechos y darles un sentido. En otras palabras, no es que yo amanezca un día con una idea brillante y diga “ah, tengo que decir esto”, porque no creo que eso sea tan interesante como es poner antecedentes sobre la mesa. Algunas veces son antecedentes públicos, otras, son los que he reporteado. Lo que procuro es presentarlos de una manera en que hagan que el lector diga: “no lo había pensado de esta forma”.

—¿Entonces también reportea en terreno sus columnas?

—Yo esa columna la escribí estando en Ercilla. Muchas veces reportear los temas o estar en terreno te da una sensibilidad distinta. Aunque el género de opinión sea diferente, el buen periodismo puede ser capaz de juntarlos para que surja una columna de opinión que esté fuertemente anclada con ese reporteo. Creo que eso es lo que me gusta hacer:  que la opinión esté basada en el periodismo. Muchas veces ni siquiera es necesario decir “yo opino o creo esto”, es más efectivo y elegante sencillamente presentar los hechos y dejar las conclusiones al lector. 

—¿Siente que su opinión influye de forma distinta, dependiendo del tiempo  en que se publique? Como en períodos electorales, por dar un ejemplo.

—Mis columnas son de contingencia, por lo tanto, van totalmente acorde al contexto. La gran mayoría tienen que ver con cosas importantes que han pasado en la semana -hay algunas excepciones-, pero uno no puede estar pensando en qué impacto van a generar porque la idea no es perjudicar a alguien o beneficiar a otro. Te diría que el único momento en que tal vez eso es distinto, es el día de las elecciones. Las columnas de ese día, en general, son bien cuidadosas porque es un momento en que lo que digas importa en quién va a votar la gente. A excepción de esos días particulares, no estoy  pensando en cuál va a ser el efecto que van a tener.

“Cuando analizas las columnas en el largo plazo, pienso que están en una línea clara: criticar al poder, o al menos tener una visión de fiscalizar el poder, ya sea político, económico y religioso. Creo que eso es lo que mantengo”.

—Hay semanas que sus columnas marcan  tendencia en Twitter, tanto con críticas negativas como positivas. ¿Cómo enfrenta lo que dicen los usuarios de redes sociales?

—No soy de esas personas que se quejan porque alguien me criticó o porque no les gustó mi columna. Yo tengo un espacio privilegiado al poder publicar una opinión que es bastante leída todos los domingos, y junto con ese privilegio va obviamente la responsabilidad de que otras personas estén o no de acuerdo con lo que escriba, es parte de las reglas del juego. Hay una tendencia de alegar intolerancia pero mientras la crítica sea profesional, respetuosa y tenga que ver con los contenidos, es absolutamente “parte de”. No podría escribir una columna y sentirme ofendido porque alguien está en desacuerdo con ella, sería absurdo. Sí es cierto que evidentemente las  redes sociales, y especialmente Twitter, son  un mundo particular. Hay mucha odiosidad, insultos, descalificaciones  personales que no tienen nada que ver con lo que escribo, y la verdad es que no vale la pena contestar.

—¿Qué opina entonces de los comentarios polarizados tipo “Matamala es facho” o “es comunista”?

—Cada semana es distinta. Algunas veces soy crítico del Gobierno, otras del empresariado o de la derecha, y ahí, claro, cada uno saca su conclusión. Sin embargo, cuando analizas las columnas en el largo plazo, pienso que están en una línea clara: criticar al poder, o al menos tener una visión de fiscalizar el poder, ya sea político, económico y religioso. Creo que eso es lo que mantengo.

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