Premio Periodismo de Excelencia

Catalina Mena:

“A veces los fracasos se transforman en cosas que funcionan”

Es periodista cultural, escritora y administradora de su propia revista online barbarie.lat. Y en 2014, fue ganadora de la categoría de entrevistas del PPE Escrito por las “Conversaciones por chat” que sostuvo durante meses con Pedro Lemebel mientras luchaba contra un cáncer de laringe. A pesar de que el autor de “Adiós mariquita linda” se negaba a ser entrevistado formalmente, Mena persistió en ese contacto y terminó acumulando una mensajería tan valiosa, que logró convencerlo de publicarla en la revista Paula. Seis meses después, Lemebel murió.

Por Jonathan Hernando

En 2014, Catalina Mena tenía un propósito: entrevistar a Pedro Lemebel para la revista Paula, en medio de su tránsito por el cáncer de laringe que lo terminaría llevando a la tumba en enero de 2015.  El problema era que el escritor –que en ese entonces estaba postulando al Premio Nacional de Literatura– no quería conversar con la prensa y aunque hubiese querido hacerlo, apenas podía hablar. Le acababan de hacer una laringectomía y había quedado con apenas un hilo de voz. Los lectores, como Catalina, se tenían que conformar con lo que el artista contaba en su muro de Facebook.

Ese era su único medio de comunicación. “Yo lo andaba persiguiendo pero él no quería que lo entrevistara. Era un tipo muy complicado, jodido. ‘Que no, que sí, que no’,  así se la llevaba. Además estaba recién operado y me rechazó”, cuenta la periodista y ex editora de Paula.

El anhelo pudo truncarse ahí. Pero Mena –ya al margen de la entrevista–, y sin saber bien por qué, comenzó a hablarle por el chat de Facebook y el escritor comenzó a dialogar con ella. “Fue un impulso combinado con el presentimiento de que se iba a morir”, dice.

Pasaron como cuatro meses de conversaciones. Fue entonces que miró el material y tuvo la certeza de que aunque no había logrado una entrevista del modo tradicional, sí tenía un tesoro entre manos.

“Me interesa poder mostrar una conversación, las opiniones de una persona, un cuerpo y un sujeto. ¿Cómo se mueve en la ciudad o cómo se sitúa en un espacio social? En el género del perfil tú ves a los personajes en su vida. Y el personaje tiene opiniones, ideas, temas (…). Yo no uso pautas, por ejemplo. Cuando comencé me apoyaba en ellas, pero después me di cuenta de que me gustaba más el hecho de conversar y no tanto la pregunta y respuesta”, dice la periodista sobre la fórmula de abordar su trabajo.

Como el día en que Lemebel le contó que su mamá lo visitaba en sueños y él podía incluso hablarle, tocarla y abrazarla:

“La veo tan real, tan fresca, tan linda, que me emociono al estar con ella, y aprovecho para contarle mis cosas y conversamos como antes, como si estuviera aquí. Un día me la encontré en un sueño, acompañada con mi papá en la mesa de un restaurante. Y les dije: ‘Qué bueno que están juntos. Yo aquí no soy feliz, quiero irme con ustedes’. Mi mamá miró a mi papá y me dijo que lo iban a conversar, para ver si me llevaban o no. Me puse a llorar, bajé la vista y cuando la levanté ya no estaban. Y ahí desperté. Pasaron unas semanas y me los volví a encontrar en sueños. Y ella me dijo que lo habían conversado y que sí, que me iban a llevar. Y yo le contesté: ‘Pero no tan luego, pos mami’. Y ahí ella se puso a reír y me dijo: ‘Estái puro weviando’”.

La periodista le comentó a Lemebel lo valiosas que estaban siendo sus conversaciones. Y entonces, para su sorpresa, el autor de “Tengo miedo, torero” accedió a que ella las editara con el fin de publicarlas en la revista Paula. Paralelamente, “Pedro me invitó a una performance en el Cementerio Metropolitano, a la cual fui. Esa experiencia que comienzo relatando en la entrevista fue la que combiné con una versión muy resumida de los chats que terminaron sumando como 200 páginas en total, y que le mostré. Fue como una publicación en conjunto… después de eso, ya murió”, dice Catalina. 

El texto “Conversaciones por chat” no sólo retrata muy bien a Lemebel, sino también la manera que tiene su autora de abordar a sus entrevistados. Mena, más que entrevistar a los personajes que elige, los mira a fondo y los describe hasta perfilarlos. “Lo que me interesa es retratar a la persona y no hablar de algo en específico. A menos que esté haciendo una nota para un diario y me lo pidan así, lo que hago es construir un personaje y darle volumen para mostrar sus hábitos y lo que pasa en su cabeza. Quiero que los lectores, en el fondo, conozcan a la persona a través de la conversación y este dibujo que hago. Es como tener una sesión psicológica”.

–¿Ese ha sido su estilo de entrevista siempre? 

–No es que tenga una fórmula, pero sí me interesa poder mostrar una conversación, las opiniones de una persona, un cuerpo y un sujeto. ¿Cómo se mueve una persona en la ciudad o cómo se sitúa en un espacio social? En el género del perfil tú ves a los personajes en su vida. Y el personaje tiene opiniones, ideas, temas, pero no son temas que necesariamente toquen la contingencia. Yo no uso pautas, por ejemplo. Cuando comencé me apoyaba en ellas, pero después me di cuenta de que me gustaba más el hecho de conversar y no tanto la pregunta y respuesta.

–Volviendo a lo que resultó de sus diálogos con Lemebel, con la perspectiva del tiempo, ¿hubiera preferido que la entrevista hubiera sido presencial?

–Es que al final igual fue interesante, porque esto partió como un fracaso y a veces los fracasos se transforman en cosas que funcionan. Pedro se negó a ser entrevistado, pero como por mi cuenta seguí hablándole y él me contestó, llegó un momento en que me di cuenta de que no sólo tenía su forma de hablar, sino que podía ver varias cosas de su vida a través de esa conversación. Muchas veces me decía cualquier cosa de su día a día, como por ejemplo: “Voy a ir a Valparaíso a ver al doctor”. Fue ese material más coloquial el que fui mezclando con los temas serios y así surgió la entrevista.

–Esta entrevista ganó su categoría en el PPE Escrito de 2014. ¿Qué importancia tuvo este premio en su carrera?

–¡Uy, qué palabra más grande! Yo no me siento haciendo una carrera, no tengo esa visión exitista, sino que trabajo no más en esto porque me gusta y porque puedo pagar las cuentas al mismo tiempo que puedo mantenerme a mí y a mis hijos. Claro que es rico recibir un premio, es rico que te reconozcan y fue bonito también recibirlo, porque creo que es un reconocimiento póstumo a Pedro. Creo que me dieron el premio no solo porque la entrevista sea buena, sino que porque calzó con el momento de su fallecimiento. Encuentro importante que existan estos premios y que se reconozca el trabajo, sobre todo del periodismo escrito, que por desgracia esta súper mal pagado, pero cuyo esfuerzo se ve recompensado de otras maneras.

“Llegó un momento en que me di cuenta de que no sólo tenía su forma de hablar, sino que podía ver varias cosas de su vida a través de esa conversación. Muchas veces me decía cualquier cosa de su día a día, como por ejemplo: “Voy a ir a Valparaíso a ver al doctor”. Fue ese material más coloquial, el que fui mezclando con los temas serios y así surgió la entrevista”, dice Mena sobre sus chats con Lemebel.

–La revista Paula, antes de dejar el papel y convertirse en un medio online, fue muchas veces finalista y ganadora del PPE a través de diversas plumas. ¿Qué tenían de especial los y las periodistas de la revista impresa?

–En la revista teníamos condiciones super especiales que favorecían el buen periodismo. Antes, la revista era mensual y después pasó a ser quincenal. Esto quiere decir que había mucho tiempo para trabajar los artículos. Por ejemplo, cuando había que hacer una entrevista, no ibas una sola vez y le hacías las preguntas a la persona, sino que la acompañabas en su día a día. Además, teníamos mucha corrección, podíamos entregar hasta cuatro versiones del mismo trabajo. Y esas correcciones, más la alta exigencia que teníamos, hacía que los textos obtuvieran premios. También teníamos muchas buenas plumas. Gente que tenía una bonita escritura.

“Mi mamá miró a mi papá y me dijo que lo iban a conversar, para ver si me llevaban o no. Me puse a llorar, bajé la vista y cuando la levanté ya no estaban. Y ahí desperté. Pasaron unas semanas y me los volví a encontrar en sueños. Y ella me dijo que lo habían conversado y que sí, que me iban a llevar. Y yo le contesté: ‘Pero no tan luego, pos mami’. Y ahí ella se puso a reír y me dijo: ‘Estái puro weviando’”, tecleó Lemebel a Catalina Mena.

En efecto, “Conversaciones por chat” de Catalina Mena fue uno de los tantos trabajos de la revista Paula que han sido reconocidos durante la historia del PPE. Para ser exactos, el medio ha sido premiado unas 12 veces en 20 años y otras 33 ha destacado entre los trabajos finalistas.

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