De niño que Alejandro Vega (45) es un apasionado por las historias y la búsqueda de información. Así lo cuenta en esta entrevista que dio poco antes de retirarse de Chilevisión, el canal donde trabajó durante 14 años con investigaciones de alto impacto, en especial por aquellas vinculadas a casos de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet. “Desde pequeño observé a mi padre y fue como un espejo en mi carrera. Él es periodista al igual que mi abuelo. Sin duda, fueron una fuente de inspiración para mí”, dice quien se define como un reportero de trinchera.
Arrancó apenas pudo de las coberturas de prensa diaria para concentrarse en hacer reportajes en profundidad que dejaran huella. Sus investigaciones sobre el caso Quemados, los médicos que practicaron la tortura en dictadura o el tráfico de niños que ocurrió en Chile durante los años ’70 y ’80, fueron parte de sus trabajos más destacados. “No había nada más latoso y frustrante que llegar a cubrir una conferencia de prensa, donde luego de registrar el monólogo de las autoridades tenías que llegar al noticiero, redactar y prácticamente componer lo que ellos querían”, cuenta con irreverencia.
Para Vega, la apuesta siempre estuvo en el desarrollo de historias que rompieran con lo que tradicionalmente se informa en los noticieros. Defensor de la pauta propia, también escuchó harto los requerimientos de la ciudadanía.
“La mayoría de las veces, los temas de derechos humanos o de corrupción son propuestas que vienen de los periodistas y no de los medios. Pero también, con el boom de las redes sociales, cada vez son más los ciudadanos que llaman para que se hagan eco de sus denuncias”, dice.
La gente confía en que sus casos serán recogidos y escuchados por la televisión. Y Vega es de los que la escucha y empatiza, mas sin perder el rigor. “Luego tienes que cruzar datos y corroborar si lo que te dicen las personas está respaldado o documentado a través de todas las fuentes habidas y por haber”, advierte. Eso es, para él, el trabajo de investigación profundo y bien hecho.
—En 2017 se emitió su reportaje “La historia oculta del millonario tráfico de niños en Chile”. ¿Cómo fue llevar a la pantalla un tema tan delicado?
—El origen del reportaje sobre el tráfico de niños se dio por un reporteo que comencé a hacer sobre los casos de susceptibilidad de adopción del Sename. Los niños con familias de escasos recursos, a pesar de tener padres y una red familiar, de igual manera eran susceptibles de adopción. Yo estaba reporteando eso, cuando me encontré fortuitamente con el caso de una mujer que se acercó a conversar con nosotros y nos dijo que a su bebé se lo habían robado en el año ochenta y algo, cuando ella tenía 17. Muchos años después, cuando su hija ya era adulta, esta madre la encontró. Esa fue la primera piedra que abrió las puertas para saber sobre el tráfico de niños.